RUMIANDO SOBRE LIDERAZGO UN DOMINGO A LA MAÑANA


Por Alejandro Marchionna Faré[i]

 

 

La cuarentena diluye un poco la distinción entre día laborable y fin de semana largo. Como sea, esta mañana me encontré un poco saturado de los artículos que cantan las loas del líder como salvador de la empresa. Y me pareció útil repensar el problema.

 

El salvador del mundo                                    

Vivimos una época influenciada por la épica. En la esfera nacional, hay grupos de políticos habituados a plantearnos la disyuntiva entre “mi decisión o el fin de los tiempos”.  El político autorreferencial ve esta opción como la justificación de su status de superhéroe. Con décadas de consumo de cine masivo y de televisión (abierta o por cable) estamos habituados a pensar en que toda situación debe tener un superhéroe que al final del material consigue salvar a la Humanidad – lejos de la ética del canal “EuropaEuropa”, que resulta una excepción y casi una aberración.

 

Hoy, la crisis del Covid-19 -y la cuarentena propuesta como solución al problema sanitario- nos generan una avalancha de videos y artículos sobre liderazgo. Si bien es verdad que en las crisis el rol de líder se potencia, estamos haciendo una apología del líder como salvador del mundo entero: tenemos tendencia a glorificar al líder por su actuación positiva, motorizado por la adrenalina y por el instinto de supervivencia, en un momento crucial de su vida personal y de la vida de la empresa. Un momento vital y significativo, pero, al fin y al cabo, efímero.

 

La intervención de un líder en estas circunstancias es imprescindible. Pero, ¿podemos limitar el liderazgo a un momento de crisis suprema? ¿Sólo hay liderazgo cuando alguien puede separar las aguas para cruzar el mar o también hay liderazgo para ayudar a su pueblo a vivir 40 años de travesía en el desierto?

 

El cazador paciente

Pasados los momentos de crisis aguda, las organizaciones regresan a un modo de operación normal. Como todo sistema humano, sufre la histéresis, es decir, el fenómeno por el cual después de recibir un estímulo (en nuestro caso el Covid-19) el sistema no regresa al punto de partida original.  Pero retorna a un modo de operación podríamos calificar como un “nuevo punto de equilibrio”.

 

Vuelve el fatídico día a día, en que hay que atender al cliente, vender, facturar, cobrar, mejorar los procesos. Y la necesidad de liderazgo seguirá allí, en las situaciones normales, para evitar que la organización entre en su zona de confort, se vaya a dormir la siesta y se diluya por el camino del menor esfuerzo.

 

Este aspecto del liderazgo es el menos glamoroso y el menos celebrado, pero no por ello menos trascendental para el futuro de nuestra sociedad y la futura regeneración de nuestras empresas.

 

Este es el núcleo duro del verdadero liderazgo de una organización.

 

Lo justo y necesario…

Ambos aspectos del liderazgo son imprescindibles en la empresa.

 

El problema es que quizás no están los dos encarnados en una sola persona. Hay líderes para tiempos de guerra. Hay líderes para tiempos de paz. Las metáforas políticas abundan en la historia moderna. De Gaulle y Churchill fueron enviados a sus casas por la dinámica política después de liderar a sus países en la lucha contra el nazismo.

 

Hace falta mucha percepción para observar y decidir si una persona es la indicada para liderar a la empresa en ambos momentos. O si el propio interesado tiene el insight suficiente para discernir si es capaz de hacerlo. En esta encrucijada se juega el futuro de cualquier organización.

 

 

 

[i] Presidente de Integra Negocios. Miembro de la Cátedra PwC de Gobierno de las Organizaciones del IAE Business School. Secretario de la CD y presidente del Comité Académico del Instituto de Gobernanza Empresarial y Pública (IGEP). Graduado de los programas DICA I y DIEPE I del IGEP. Fellow y Chartered Director del IoD (Gran Bretaña). Doctor en Dirección de Empresas (UCEMA).

: