¿SERÁ SIEMPRE A TODO O NADA?


Por Alejandro Marchionna Faré

 

 

 

Parece que sí. No nos dimos cuenta en el momento de que el 8 de septiembre fue a todo o nada. Una simple elección legislativa en la enorme provincia de Buenos Aires llevó al triunfo al gobernador, claro ejemplo de vetustez y dogmatismo ideológico, cultor de la más absoluta falta de visión de largo plazo en la gestión de las ya muchas responsabilidades que el misterioso azar lo ha llevado a asumir. Elecciones con insuficiente fiscalización y amplísima abstención ciudadana.

 

 

Las consecuencias de esa victoria han sido muchas y el eco bonaerense ha sido potenciado por los muchos errores del oficialismo nacional, enceguecido por otro dogmatismo y una actitud soberbia que resultan suicidas. El ninguneo a sus potenciales aliados, a los valores republicanos de este grupo Andes. Peor aún: los que venían a barrer a la casta corrupta empiezan a acumular goles en contra hasta en este campo tan central para sus argumentos en la batalla cultural…

 

 

La cotización del dólar que se escapa y se vuelve a escapar. Veinte, cuarenta mil millones de dólares que el presidente Milei intenta contener dentro de una valija que tiene presiones insoportables. El destino de su gobierno y el de Argentina en manos de las erráticas declaraciones de Donald Trump. Recitales dantescos que inevitablemente generan escalofríos en tantas columnas vertebrales ñoñas.

 

 

Y sin embargo. La perspectiva del regreso del tren fantasma que ha llevado una y otra vez al país al borde del abismo en sucesivas décadas a lo largo de 80 años quita el sueño a los espíritus templados y a los fríos y calculadores mercados. Creímos decir nunca más en 2015, en 2023.

 

 

El 26 de octubre vuelve a ser a todo o nada. La elección será entre un viaje con riesgos para la vida republicana y otro viaje con muy altos riesgos para la Repùblica y con un seguro abandono de la racionalidad económica. NO PUEDE HABER DUDAS. La insuficiente fiscalización y la abstención no pueden ser conductas republicanas.

 

 

Tendremos que empeñarnos en fiscalizar no sólo la votación sino en asegurar que LLA no vuelva a actuar en soledad y sin frenos ni contrapesos de espíritus afines con el impulso de cambiar el curso de decadencia de estos 80 años de Argentina. Que la pasión por lo republicano no nuble la vista del grave cruce de caminos en que se encuentra nuestro país: hay una amenaza de implantar no solo slogans peronistas sino mecanismos ya fracasados de la era soviética. Esto no es un chiste.

 

 

Por millones de decisiones individuales iluminadas. VIVA LA PATRIA.