Dos citas electorales en particular titilan en el radar de cualquier argentino republicano en este año del Señor de 2025. Esto en el contexto de elecciones de medio término en las que es indispensable que obtengan una fuerte mayoría parlamentaria las fuerzas que rechazan el populismo de izquierda.
La primera y la más desgastante hasta ahora es la elección de la mitad de la Legislatura porteña. Las dos fuerzas de centro-derecha han privilegiado la identidad propia y la independencia en la oferta electoral por razones de egoísmo municipal. El Pro porque naturalmente quiere defender su gran bastión electoral que controla desde 2007. LLA porque tiene una cerrada vocación por deglutir al Pro dentro de una gran tienda libertaria. El gran riesgo es que salga primera la lista encabezada por Leandro Santoro, un militante K de origen radical. Probablemente la suma de votos de Pro y LLA exceda ampliamente el hito del 50%, pero si Santoro se llevara un titular periodístico podría afectar la credibilidad del gobierno nacional.
La segunda cita que hasta ahora no se ha terminado de estructurar es por la renovación de las dos cámaras de la Legislatura bonaerense. El hemisferio peronista en este caso posa por el momento con estar dividido y ha suspendido las PASO para este año… La oposición provincial ya fue dividida en 2023 y consiguió entregarle la reelección al gobernador Kicillof.
El voto porteño está cercano y las primeras encuestas le daban la ventaja a Manuel Adorni, portavoz del presidente Milei y cabeza de lista de LLA; una figura dedicada a cultivar la división entre personas que piensan en forma parecida aunque no igual. La candidatura de Silvia Lospennato, diputada nacional que baja a esta elección para encabezar la boleta local del Pro, no puede ser calificada de acierto y genera dudas y divisiones entre el electorado de centro-derecha por distintos motivos. Ambos grupos han sufrido desgajamientos diversos que podrían generar una gran fragmentación en la Legislatura porteña. Un voto útil orientaría a la elección táctica de fortalecer a las dos grandes listas y eventualmente decantar por la lista que tenga mayor probabilidad de derrotar al peronismo en la ciudad.
El voto bonaerense está más lejano y dicen las malas lenguas que los dos bloques no peronistas están aguardando una definición de la presunta división entre Kicillof y Fernández de Kirchner. La provincia y el país requieren desesperadamente que se le arrebate el control de la Legislatura al partido del gobernador. Ahorraría a la provincia la deriva colectivista y populista del gobernador en la segunda parte de su último mandato. Debilitaría su condición de potencial candidato a la presidencia en 2027.
En este caso son los liderazgos de LLA y del Pro los que tienen que olvidar sus mezquinos intereses partidarios y personales, para permitirle a sus votantes confluir en una lista que asegure una barrera infranqueable a Kicillof, quien no tiene realmente resultados positivos para mostrar en su gestión en ninguno de los grandes cargos que ha ocupado en su carrera política.
Los republicanos (ñoños o no) debemos trabajar fuertemente para que se den las mejores condiciones para derrotar definitivamente al populismo en este año electoral. De los resultados de 2025 dependen no sólo los futuros resultados en elecciones subsiguientes sino también la continuación de la mejora de los indicadores socioeconómicos, única garantía real de conquista de la voluntad del pueblo hacia una gestión racional y hacia bases sólidas para superar los 80 años de decadencia cuyas consecuencias aún sufrimos.
(*) Presidente de la Fundación ANDES