LA BANDA Y EL BASTÓN


Por Luis María Urriza (*)

 

 

El discurso de Cristina Fernandez de Kirchner del 13 de Abril de 2022, en el marco de la apertura de la decimocuarta sesión plenaria de Eurolat está plagado de conceptos dignos de ser analizados.

 

Muchos de sus seguidores lo consideraron otro excepcional repaso de su visión geopolítica global y su genial concepción de la política local. Otros entendemos que estas oportunidades de agrupar los conceptos de la vicepresidenta de la Nación en un ámbito oficial, son útiles para aclarar las reales ideologías detrás del relato kirchnerista.

 

Gran parte del periodismo y de la oposición se centraron en el egocentrismo de su discurso, y la increíble descripción de la realidad donde ella misma se sitúa como centro. Aunque este aspecto es realmente sorprendente y llama a la reflexión cuando se compara con un sinnúmero de antecedentes históricos de liderazgos egocéntricos que llevaron al fracaso, no deja de ser un aspecto discursivo sobre el cual podrá especularse acerca de cuanto es forma, y cuanto contenido, cuanto es símbolo de un liderazgo mesiánico, y cuanto es la necesidad de un país que anhela esa clase de líderes.

 

El discurso, además de su tono siempre altanero, también nos dejó un gran número de conceptos claros, que definen la posición política del kirchnerismo en su más profunda y actualizada concepción, sobre los que es pertinente detenerse a analizar detalladamente.

 

Considero estrictamente necesario destacar un concepto vertido por la vicepresidenta de la Nación respecto a que es el poder: “Que te pongan una banda y te den el bastón, un poquito es, pero créanme…” A mi criterio es la frase más antidemocrática pronunciada por un Gobierno en Argentina desde el retorno de la democracia en 1983.

 

La vicepresidenta está claramente negando la esencia misma del sistema democrático.

 

Democracia significa el poder del pueblo. Con la banda y el bastón, la mayoría del pueblo le está dando el poder al presidente electo. La minoría respeta ese poder hasta el final del mandato.

 

El poder no es la banda ni el bastón, el poder no es el presidente, el poder es del pueblo al que el presidente electo representa. Minimizar el poder que el pueblo le da a un presidente electo en un sistema democrático es claramente antidemocrático.

 

Como vicepresidente electa minimizar el poder del presidente electo en su propia formula es golpista. Como líder político es lo más bajo que se puede llegar, desconociendo la voluntad del pueblo a través del voto en democracia.

 

El respeto a las instituciones es la base de la convivencia de una sociedad. El respeto a la voluntad de la mayoría es la institución más básica que supimos mantener desde 1983, no podemos permitirnos poner en juego la democracia.

 

(*) Vicepresidente de la Fundación ANDES