GENERACIÓN V


Por Antonio Pagés (*)
 
 
 
Esta es una historia de Daniel y Edgar, a fines del 2021.
 
La “tertulia” es una reunión virtual por zoom en la que participan personas de empresas, organizada por la Fundación Andes. En una de las reuniones internas de la fundación, Alejandro propuso invitar a una tertulia al padre Toto, que es su amigo personal. Se mezclaron dudas y curiosidad, silencios y entusiasmo. ¿Y los asistentes? ¿Les resultará útil, interesa? Otro miembro lo conocía también, y serenos con la grandeza humana de Lorenzo de Vedia – el padre Toto-, nos decidimos.
 
Toto es un cura de una parroquia en una villa. No nos apuremos: no es un ex montonero ni tiene militancia política. Si de pasado se trata, es uno de diez hijos en una familia muy involucrada en quehacer de Buenos Aires. Se acercó e integró a los pobres sin romper ni con su historia ni con el resto de la sociedad. Más ancho que cualquier grieta, Lorenzo tiene amigos en todos lados. Pero no está muy actualizado con la tecnología… llevó un rato tenerlo en el zoom!!!
 
Entrados en charla, Toto contó que mucha gente que vive en la villa está ahí porque esa es su mejor opción. Contra lo que algunos creíamos, que para la mayoría es una posición de comodidad, nos dijo “es que donde estaban antes, era aún peor”. Más recientemente en la historia, llegaron otros – víctimas de este apocalipsis zombi al que nos acercamos peligrosamente. En ese margen ha nacido y se ha criado toda una Generación Villa que no sabe cómo salir de ahí. Hay unos pocos que quienes tienen buenos trabajos formales, pero no pueden sacar a su familia; repasamos varias ocupaciones: construcción; instaladores; gastronomía; call centers. Menos formal, muchas mujeres trabajan en servicio doméstico.
 
Es que dar dirección en la villa es complicado. “La villa suele verse sólo como un problema, sin ver que además significa una enorme oportunidad”. Trabajar en una empresa es un sueño de fantasía, ¡si “conseguir trabajo de colectivero es un logro, motivo de festejo”! ¿Cómo no querrían? Pero no saben cómo mejorar. La ilusión dura poco, son muchos los chicos que se van perdiendo, dolor tras dolor, frustración permanente, luego la tentación, y el atajo. Del que sí sobran ofertas, todo el tiempo – narcos y otras bandas reclutando.
 
La parroquia tiene una escuela de oficios, muchos pibes van y aprenden, pero les cuesta mucho insertarlos en laburos. Otro poco porque Toto y su equipo no tienen suficientes redes con empleadores. Todos sabemos que “no sirven las dádivas para terminar con las lágrimas”: tiene que haber esfuerzo propio, rehabilitar la motivación.
 
Alejo es el gerente general de una empresa está ahí nomás: lindera con la villa de Toto. Se le hizo tarde, y participó de la tertulia, por zoom, desde su oficina. Mientras escuchaba –no dijo una palabra- se paraba, y por la ventana miraba a la Villa. Se volvía a sentar. “Pucha. Tantos años acá, y no tenía idea de que estaban haciendo esto, que estaba el taller. Con lo que cuesta conseguir técnicos, si ya les dieron un empujón inicial, capaz…”
 
Al día siguiente llamó al amigo del padre Toto, conversación, e ideas… Y se juntaron con Toto, a ver si podían probar chicos de la escuela de oficios con una beca. El equipo de la parroquia identificó dos personas que sabían de electricidad, y no sin temores, avanzaron.
 
Así fue que Edgar y Daniel firmaron su contratito de beca, y empezaron.
 
No hay milagros. Los miedos tenían distintos sabores según cada persona de la compañía. Incluidos Daniel y Edgar… Todos tenemos cicatrices. No queda otra que enfrentarla con acción y gestión, o seguiremos esperando y rezongando nosotros, y en las lágrimas los otros. En la empresa hubo un cambio natural tras varios meses: la Generación V no muerde, eran hinchas de los mismos clubes que algunos, compartir el comedor. ¿Enseñarles a hacer el trabajo? Por supuesto.
Los chicos no dejaron pasar la oportunidad, pusieron. En un momento, había algo en el clima. ¿Qué pasó acá? Progresitos a la vista, se creó un efecto ni buscado ni esperado de apropiamiento colectivo del éxito.
 
Lacio y de a poco, pasaron los seis meses de la beca. Y anduvieron bien. Cumplen las métricas esperadas de un técnico de mantenimiento. El corrillo social dentro de la empresa es “contratemos más”.
 
Edgar quedó directamente contratado, con un salario que nunca imaginó – si bien simplemente es el de convenio. No hay dádivas – se gana en la cancha. Pero con Daniel, hubo una situación. Alejo lo llamó: “Mirá, Daniel, anduviste muy bien. Pero te faltan tres materias para terminar la secundaria. Queremos que sigas, pero no te puedo contratar sin la secundaria. Mostrame que te pones las pilas para terminar, y te damos 6 meses más de beca”.
 
Así el ciclo, Alejo hizo una nueva visita a la parroquia, para ver cómo seguir. Lo reciben con un papel. El significado del sello de inscripción de Daniel en el colegio para terminar la secundaria tiene una dimensión enorme, en resonancia con las palabras que quedaron habían sorprendido a nuestros oídos “al mismo tiempo, la villa es una oportunidad”. Sin romanticismo, sin proyectar un futuro venturoso de éxitos…. Lo que no podremos decir más es que es imposible.
 
Cuando se volvían caminando, Alejo le comentó a su acompañante: “mirá, esa es la empresa. La de ahí.” Detrás, el rojizo de la tarde. “Yo nunca la vi desde este lado” dijo. Inmediatamente quien había propuesto la invitación inicial, se acordó de cuando el padre Toto le preguntó cuál era la empresa, y se la señaló con el dedo. “ Ah! ¿Ese edificio? No sabía que era la empresa Tal”.
 
Tan cerca, y tan invisibles. Cuantas grietas.
 
*****
 
 
Hay muchos que van en el bote y no reman.
 
Formulado ese problema, clarifica lo que hay que lograr. Por ahí va la cosa, hay que sumar manos a los remos. Y si no lo va a hacer el estado… ¿a quién nos toca? Lógica plana: si no los ponemos a trabajar, seguirán a cargo nuestro - o los sigo manteniendo, o me ocupo. Si no avanzamos desde la iniciativa privada, nadie se va a ocupar, ni conciben cómo; y un país con 50% de in-empleables es inviable. Además de ineficiente, su correlato de violencia lo hace insoportable para vivir. Como habremos dicho cuántas veces… En fin, una tarea más para, como luego de un incendio; construir lo que destruyeron o quedarnos escupiendo los escombros. Poner esas manos ociosas en los remos vacíos.
 
Esta conclusión no invoca solidaridades, ni significa limosnas, ni es Responsabilidad Social Empresaria. Para llegar a la conclusión de nos conviene sacar a la gente de la pobreza no es necesario usar el músculo empático. Es cierto que en esta tierra arrasada pero fértil hay que empezar casi de cero. Va a llevar un rato. Habrá que encontrar maneras nuevas de entrenar, buscar asociaciones sencillas, buscar “sí-posibilidad”, encarar “algún tramo” en la cadena que lleve la Generación Villa en la regeneración del trabajo. Como hacemos siempre: protagonistas. Uno menos y uno más; un plan menos, uno más que crea valor.
 
(*) Miembro de la Fundación ANDES
 
(**) Esta es una nota inspirada por Alejandro Fraga, contando la iniciativa de Alejandro Torelli para incorporarlo que inicia el padre Toto. Lo puse en papel, con su revisión.