LA MAREA


Por Alejandro Marchionna Faré (*)

 

 

Más allá del sucundún

 

¿Y la marea? Esa pregunta surgió de uno de mis más dilectos exalumnos luego de “Corsi e ricorsi”[1]. Me dijo que él había usado el concepto con una empresa europea, recomendando que si querían preservar su salud física integral en Argentina miraran la marea y no las olas. Su visión era que la diaria (las olas) los llevaría y no figurativamente, a internaciones y electrocardiogramas[2].

 

La marea es uno de los fenómenos naturales más fiables y medidos en todo el mundo desde la antigüedad. Se trata de cambios periódicos en el nivel del mar producidos principalmente por las fuerzas de atracción de la gravedad que ejercen el Sol y la Luna sobre la Tierra.

 

La pleamar es el momento en el que el mar alcanza su máxima altura dentro del ciclo de 12 horas, 25 minutos y 10 segundos. La bajamar es lo contrario, el momento en el que el mar alcanza su mínima altura. Entre el momento de pleamar y de bajamar hay un semiperíodo que dura unas 6 horas, 12 minutos y 30 segundos, por lo que la marea se encuentra en un ciclo de cambio constante. Cada una altera de manera distinta el paisaje de la costa, el entorno de las organizaciones.

 

Esta descripción nos muestra al mar más allá del sucundún, es decir de la agitación permanente que implican las olas – ese ir y venir constante e incesante de la operación de una empresa en el microentorno de su mercado y en el macroentorno de su país. Del “hurly burly”[3].

 

La marea muestra cambios más estructurales, medibles y estudiables. Si un observador pasa de mirar las olas a monitorear los cambios en el mar con paciencia y con el ritmo de las mareas en mente, debería tener la capacidad de sacar conclusiones aún más válidas. Seguramente, la metáfora de corsi e ricorsi a nivel país y a nivel estructural de mercados sea más apropiada. Se trata de tendencias predecibles, esperables, recurrentes; pero la costa nunca está igual.

 

Argentina tiene una grieta severa. Divide a quienes creen y aprovechan el populismo de quienes buscan una sociedad abierta y sin privilegios. Una sociedad autárquica viviendo con lo suyo frente a una sociedad competitiva inserta en el mundo.

 

La marea nos lleva generalmente a un campo más que a otro. El empresario debe distinguir sus intenciones e ideas para el país, su ideología, a la que puede aplicar en su función de dirigente de la sociedad; de su responsabilidad en la gestión de su empresa, a la que debe operar en el entorno que tenga en cada momento y en cada época, en cada ciclo de las mareas.

 

Si no reconoce la realidad desde la empresa tomará decisiones que lo harán equivocarse porque daña el aquí y el ahora de la organización. Si no vislumbra un país superador de la bipolaridad y no trabaja para ello, incumple su rol de ciudadano más perceptivo y con más energía para encabezar los cambios estructurales necesarios.

 

Una visión ideológica de las mareas del entorno llevará al empresario a fallarle a la empresa que dirige y a fallarle a la sociedad en la necesaria evolución hacia mejores pastos. Porque tiene una doble responsabilidad y su posición de privilegio no le permite fallar en ninguna. Pesada carga la del burro[4] en el que todas las sociedades descansan.   

 

 

 

[1] Un breve apunte anterior sobre el ir y venir del mar.

[2] Genial la anécdota, ¡Antonio Pagés!    

[3] Hurly burly: actividad ruidosa en inglés.

[4] En la metáfora del conocido texto de Sir Winston S. Churchill sobre el empresario y su rol en la sociedad.

 

(*) Presidente de Integra Negocios. Miembro de la Cátedra PwC de Gobierno de las Organizaciones del IAE Business School. Secretario de la C.D. y presidente del Comité Académico del Instituto de Gobernanza Empresarial y Pública (IGEP), miembro por Argentina del GNDI (Global Network of Director’s Institutes). Presidente de la Fundación Andes. Graduado de los programas DICA I, DIEPE I y CORPSEC I del IGEP. Fellow y Chartered Director del IoD (Gran Bretaña). Ingeniero Industrial (UCA), MBA (Harvard), Doctor en Dirección de Empresas (UCEMA), PAD (IAE).